Por Martha Alvarez

En la mañana del 10 de abril de 2020, las familias colombianas se despertaron despreocupadas. No sintieron la necesidad de esperar el boletín de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que informó para Colombia, un total de: 1,780 casos confirmados, 201 casos nuevos, 50 muertes totales, 4 muertes nuevas por transmisión local y otros datos. Datos provistos de mucho sentido pero sin alma. Las familias lloraban la muerte de sus seres queridos, otras sufrían los dolores del infierno para conocer el destino de los nuevos enfermos y de quienes estaban gravemente enfermos. La mayoría, en salud, pensaba automáticamente en vivir: comida, agua, servicios y ocupar el tiempo de la cuarentena.

di Martha Alvarez

La mattina del 10 aprile 2020, le famiglie colombiane si svegliavano spensierate. Non sentivano il bisogno d’attendere il bollettino dell’Organizzazione mondiale della sanità (OMS), che riportava per la Colombia, un totale di 1.780 casi confermati, 201 nuovi casi, 50 decessi totali, 4 nuovi morti per trasmissione locale e altri dati forniti con molto senso ma, senz’anima. Le famiglie piangevano la morte dei propri cari, altre soffrivano le pene dell’inferno per conoscere il destino dei nuovi ammalati e di che stava gravemente ammalato. La maggioranza, in salute, automaticamente pensava a vivere: al cibo, acqua, servizi e occupare il tempo della quarantena.